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Mujeres

DÍA DE LAS MUJERES RURALES 15 DE OCTUBRE
Parte I

Por Elena Luz González Bazán especial para Historia Latitud Periódico y Villa Crespo Digital

25 de octubre del 2020

Ante la pandemia Covid 19, el pasado 7 de octubre del 2020, la Directora Ejecutiva de la ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, emitió una Declaración donde sostuvo: En la zona rural de Xiaruoyao (China), Yan Shenglian, criadora porcina de 45 años de edad, forma parte del equipo de gestión ante la COVID-19, que controla la temperatura de las personas y registra la información de los vehículos que transitan por los puestos de control locales para ayudar a reducir la propagación del virus de COVID-19. En la región de Iringa (Tanzania), el brote de COVID-19 provocó que Stella Nziku, de 28 años, se uniera a la Red de Mujeres de Mufindi para concientizar sobre la violencia de género. Y en Itá (Paraguay), Miriam Cáceres, de 50 años, hace frente a las consecuencias causadas por la pandemia en su medio de vida como ceramista organizando ollas populares para paliar el hambre.

MUJER RURAL

Más adelante, la directora habla sobre el trabajo de las Mujeres Rurales, como agricultoras: Las funciones esenciales de las mujeres rurales como agricultoras, trabajadoras, emprendedoras, líderes comunitarias y personal de atención en primera línea en momentos de crisis son fundamentales para construir sociedades pacíficas, prósperas y sostenibles. La pandemia de COVID-19 amenaza con hacer retroceder estas importantes contribuciones. Por lo tanto, debemos redoblar nuestros esfuerzos para construir la resiliencia de las mujeres rurales para hacer frente a las tensiones actuales y futuras.

Por otro lado, la pandemia ha demostrado que la discriminación se acentuó, en tal sentido, aseveró que: Las normas de género discriminatorias y los recursos limitados agravan los efectos negativos de la COVID-19 en la vida de las mujeres rurales. Antes de la pandemia, las mujeres de todo el mundo ya hacían más del triple de las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas en comparación con los hombres. En las zonas rurales, esta realidad se ve exacerbada por la falta de infraestructura y el acceso insuficiente al agua limpia y segura, el saneamiento y la energía. En muchos lugares, no es tan sencillo que exista algo tan básico para la higiene y la seguridad como el lavado de manos con jabón.

La brecha digital de género en las zonas rurales ha ampliado la marginación de las mujeres y las niñas, ya que limita el acceso a la educación a distancia, los servicios esenciales, la economía digital y la información de supervivencia durante las crisis. La pandemia en la sombra de la violencia contra las mujeres y las niñas, que ha aumentado durante el confinamiento, también debe superarse con urgencia. Las mujeres y niñas rurales corren muchos más riesgos de sufrir violencia; sin embargo, tienen menos posibilidades de recibir el apoyo que necesitan por la falta de servicios esenciales, recursos legales y justicia.

Las tareas de las mujeres rurales son encomiables, porque como sostiene la Directora, en todo el mundo organizaron tareas de protección, apoyo y socorro.
Desde la Asociación de Mujeres Rurales de Liberia, pasando por las mujeres rurales de las zonas de Guatemala, Nepal y Kirguistán, un papel muy importante de las mujeres indígenas que están produciendo mascarillas en forma solidaria y como servicio a la comunidad. A eso se suma lograr ingresos para la divulgación de información sanitaria adecuada, las medidas de prevención y la obtención de bienes esenciales.

Pero, además nos encontramos con una situación como la denominada seguridad alimentaria de las mujeres rurales y sus familias que están en serio riesgo.
La protección social que abarca a las zonas urbanas se debe expandir hacia las zonas rurales, demanda que hace en su alocución la Directora.

En tal sentido afirma que: El Rastreador Global de Respuestas COVID-19 con perspectiva de género de ONU Mujeres y el PNUD revela que sólo el 10% de las medidas de protección social y del mercado laboral están dirigidas a las mujeres: por ejemplo, transferencias de efectivo o asistencia alimentaria destinadas directamente a las mujeres, apoyo a mujeres emprendedoras y comerciantes informales con subvenciones y créditos subsidiados, o el mantenimiento de los servicios de cuidado infantil durante el confinamiento para ayudar a aliviar la carga del trabajo de cuidados no remunerado. Es fundamental que el estímulo económico y los paquetes de recuperación lleguen a las zonas rurales, así como a los entornos urbanos, para mantener a flote a las mujeres rurales y sus familias.

En la actualidad, el 40 por ciento de la mano de obra femenina en los países en vías de desarrollo, subdesarrollados u otras formas de denominarlos se ocupa de las tareas agrícolas. En el caso de América Latina es el 20 por ciento; en el caso de algunas zonas de África y Asia es del 50 por ciento.

Las mujeres deben desempeñarse, y decimos, deben, porque es la realidad que les toca asumir, la agricultura de subsistencia como trabajadoras, obreras rurales con remuneración o sin ella, en granjas familiares o cargo de sus propios emprendimientos.

A esto debemos sumar que las mujeres se hacen cargo de las tareas domésticas. El cuidado de los hijos y de los adultos mayores. Son todas tareas no remuneradas y que condicionan la vida de la mujer, en este caso la mujer rural.

El aporte económico es inconmensurable, pero la realidad es que no son reconocidas por su aporte, su situación no es ventajosa comparada con el hombre.

FUENTES: ONU Mujeres, FAO y fuentes propias.

Imagenes: infocampo, argentinamunicipal, trabajadas por la producción de Historia.

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